UNIDOS POR BARIA: UNA ORGANIZACIÓN QUE PRETENDE SALVAR EL LEGADO HISTÓRICO Y ARQUEOLÓGICO DE UNA DE LAS CIUDADES MÁS IMPORTANTES DE LA ESPAÑA PÚNICA Y ROMANA
Antecedentes (2003-2004)
En el verano de 2003 fue noticia cómo una empresa constructora era parada in extremis por el mismísimo Director General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía cuando destruía alegremente una de las zonas de mayor potencial arqueológico de la antigua ciudad fenicio – púnico – romana de Baria (Villaricos, Cuevas del Almanzora).
La empresa en cuestión había conseguido una licencia municipal para construir ciento veinte apartamentos de lujo, en un punto que había estado protegido como BIC (Bien de Interés Cultural) desde 1987, pero que después –sin saber exactamente las razones- se habían producido ciertas modificaciones urbanísticas –sin duda intencionadamente y saltándose descaradamente la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía (Ley del Patrimonio de 1985) hasta autorizar en dicho lugar la construcción de un gigantesco edificio de apartamentos.
En enero de este año 2004 se iniciaron las excavaciones arqueológicas en dicho lugar, bajo la dirección de la arqueóloga Rosa Morales y la tutela de las mismas por parte de la Delegación Provincial de Cultura. Hay que señalar que las excavaciones tenían la consideración de “urgencia” y que eran financiadas exclusivamente por la empresa constructora.
En la última quincena del mes de abril de 2004, los vecinos de Villaricos empezaron a alarmarse por la forma en que se ejecutaban las excavaciones; a diferencia de otras que se habían realizado con anterioridad en la localidad, ahora no paraban de asombrarse por la metodología de excavación empleada y por las actitudes poco ortodoxas de los dirigentes de dichas excavaciones:
- El solar en cuestión estaba vallado y no se permitió el acceso a los vecinos de Villaricos para que conociesen los descubrimientos que se hacían en su pueblo.
- No se permitía a nadie hacer fotografías sobre las excavaciones.
- Se empleaban máquinas pesadas en la excavación y no solo para rebajar el terreno o quitar escoriales del siglo XIX pertenecientes a la Fundición Carmelita que se sitúo próxima, sino que una retro y una pala trabajaban casi a destajo en las cuadrículas que se excavaban, sacando tierra con potencial arqueológico.
- No se cribaba la tierra que se sacaba de cada cuadrícula de excavación, pasando a un camión que transportaba la tierra hasta un vertedero público situado a no más de 1 kilómetro de distancia, donde se echan también los escombros de otras construcciones de Villaricos.
Como parece lógico, la gente que vio cómo los camiones sacaban tierra sin cribar, y que se veían los trozos de cerámica de 2000 años por doquier en la escombrera, empezaron a rebuscar en la tierra. Muy pronto el lugar se convirtió en un punto de peregrinaje de los vecinos que hallaban de todo: decenas de monedas romanas e incluso algunas púnicas [de la ceca de Baria], algún trozo de escultura humana de mármol, miles de piezas de cerámica [incluida terras sigillatas con firmas de alfarero], etc. De todo ello existen pruebas gráficas y materiales en posesión de la Asociación Existimos de Villaricos que serán entregadas en su momento a la Delegación de Cultura, pero con la finalidad expresa por sus donantes de que estas piezas formen parte del futuro Museo Arqueológico de Baria en Villaricos.
Ahora bien, nosotros nos preguntamos: ¿Qué tipo de excavación se estaba haciendo, que no respetaba las técnicas más elementales del método arqueológico? ¿Por qué se despreciaban estos objetos materiales que poseen indudablemente un enorme valor museístico y ofrecen datos sobre cronología, comercio, sociedad, cultura, etc?
La Asociación Existimos se puso en contacto con arqueólogos, periodistas, políticos y personalidades del mundo de la cultura y dieron a conocer los hechos en la prensa. El resultado fue completamente inesperado: matar al mensajero, dejar en evidencia con mentiras a los pobres vecinos de Villaricos que solo pretendían que las excavaciones se hicieran bien. Hubo todo un contraataque perfectamente organizado en el que participaron los promotores, el arquitecto de las obras, la arqueóloga Rosa Morales y la Delegada de Cultura de la época. Coincidían en intereses y en barrer para adentro.
Los vecinos de Villaricos entonces claramente se percataron de que lo que se pretendía no era otra cosa que acabar rápidamente la excavación (utilización de maquinaria pesada), autorizar la construcción del edificio (con mayor o menor dimensión) y dejar el asunto sentenciado. Políticos, promotores y técnicos comulgaban el mismo credo: el de la especulación, el del pelotazo urbanístico, pero no en el de la salvaguarda del patrimonio y en el cumplimiento escrupuloso de las leyes.
Los villariquenses se quedaban sin nada: perdían una espléndida playa pública, su patrimonio histórico y arqueológico, y sus señas de identidad. La antigua Baria iba a ser oficialmente fenecida y sustituida por un enorme edificio para veraneantes ricos.
En este desplante sin nombre, sin ningún pudor y sin pensar en los sentimientos de estas personas, por parte de la arqueóloga y constructores se llamó a los vecinos “expoliadores”; incluso en los días siguientes se amenazó a estos con llevar a cabo “querellas criminales”.
En la prensa se dijeron numerosas mentiras conscientemente para tapar “una metedura de pata profesional”, echándole el muerto a los vecinos. Rosa Morales afirmó “que se había cribado hasta el último centímetro de tierra de la excavación”, aun a sabiendas de que lo que decía era falso. Desde Cultura se añadió que las monedas encontradas en los vertederos “no pertenecían a la excavación”, que la utilización de la maquinaria era legal, etc. No obstante, a partir de las denuncias de los vecinos las máquinas desaparecieron. Y más tarde Cultura envió una carta a la Asociación Existimos señalando que en adelante quedaban protegidos los vertederos, con la pretensión de cribarlos, lo que nos daba la razón de que a Cultura temporalmente se le habían escapado las cosas de la mano y los informes internos señalaban que las cosas no se habían hecho del todo bien.
Unidos por Baria
Todas estas vejaciones sufridas por los vecinos es lo que provoca que el 15 de mayo de 2004 se efectúe una Asamblea en Villaricos de la Asociación Existimos en la que son invitadas decenas de personas del mundo de la cultura de la comarca. Es entonces cuando tiene acta de nacimiento la plataforma reivindicativa UNIDOS POR BARIA, cuyos trámites administrativos e inscripción ante el Ministerio del Interior se concluyeron ese mismo mes, que aglutina en su seno a personas físicas y jurídicas que defienden la conveniencia de salvar el yacimiento arqueológico de Baria y convertirlo en un parque arqueológico, luchando para que este patrimonio de todos no sucumba ante la especulación, el dinero y los ladrillos. Allí salió la primera junta de Gobierno, compuesta por personas nacidas y residentes en Villaricos, siendo nombrado presidente José Ramón Pérez Martínez; vicepresidente: José Cristóbal Haro Sánchez; secretario: Juan Antonio Collado Gómez; y tesorero: Juan Francisco Campoy Riquelme. Los vocales que les acompañaban: María José Ávila Pérez, Pilar García Reche, Enrique Fernández Bolea, Francisco García Marín, Juan Grima Cervantes, Manuel León González, Conchi Montálvez Jiménez, Salvador Parra Campos y Pedro Pérez Jiménez. (Unidos por Baria)